El pasado mayo fue un mes especialmente conmovedor. Me dijeron que iba a ser el último mes en que podía dar clases en el colegio público de Madrid donde, a lo largo de estos años, he ido aprendiendo casi todo lo que sé sobre niños y la mejor manera de enseñarles inglés… y cualquier otra cosa realmente.
Como regalo, les pedí a mis pequeños estudiantes que me dibujaran algo inspirándose en nuestras clases, y estos dibujos, que podéis admirar en las fotos, son el resultado de sus reflexiones personales.
Lo que me dejó sin palabras fue el dibujo de Pedro. Como podéis ver, dibujó un edificio muy alto, con alrededor un cielo repleto de gaviotas en vuelo y un gran sol.
Cuando vi el dibujo, viajé en el tiempo a ese punto de inflexión de mi vida en el que decidí que iba a trabajar con los niños.
En esos tiempos, hace 8 años, estaba bastante confundida sobre mi vida. Mi trabajo como diseñadora gráfica ya no me gustaba tanto y tampoco amaba Barcelona, la ciudad en la que estaba viviendo en ese momento. Nada tenía mucho sentido y de verdad necesitaba una pausa para escaparme de ese estado apático en que había caído.
Sentía la necesidad de un ambiente completamente diferente desde un punto de vista cultural y ambiental también. Afortunadamente tengo amigos esparcidos por todas partes del globo, así que me puse en contacto con el más cercano, que en esa época estaba viviendo en Trondheim, Noruega, y organizamos una estancia de 3 meses para que yo me ocupara de su hija, Sandra, que en ese momento tenía 4 o 5 meses.
Reflexionar sobre tu propia vida es un proceso que requiere mucho tiempo y amplios horizontes, y, aquí, llega la parte de la historia en la que el dibujo de Pedro empieza a tener sentido.
Durante el último mes de mi estancia, tuve la oportunidad de vivir en un piso en la planta 14 de un edificio que se encontraba encima de una colina, un poquito en las afueras de la ciudad. Desde allí, en cada momento de cada día, podía disfrutar de la vista de fiordo en toda su espectacularidad. Los temporales que se acercaban desde el mar, el sol resplandeciente, los arcos iris y, naturalmente, las gaviotas. Habéis tenido alguna vez la oportunidad de admirar el vuelo de las gaviotas ¿pero desde arriba? Desde la planta 14 de un edificio situado encima de una colina, que mira hacía el mar, era como volar juntos con ellas.
Cuando vi el dibujo de Pedro se me ocurrieron varias preguntas: ¿Cómo te has enterado, mi pequeño? ¿Cómo has podido representar algo que nunca conté a nadie? ¿Es pura casualidad o tenemos algún tipo de conexión?
Desafortunadamente nunca tendré respuestas a estas preguntas, pero espero que, en todas y cada una de mis clases de inglés, consiga siempre transmitir ese sentido de libertad que el pequeño Pedro, con su dibujo, ha podido capturar tan acertadamente.
Quieres saber cómo introducir el inglés en la vida de tu hijo de forma amena y sin rechazos? Te recomiendo mi libro MI HIJO HABLA INGLÉS – GUÍA PARA PADRES, disponible en formato digital para kindle en Amazon, para iPhone en iBooks y en Kobo que contiene más consejos sobre como ayudar a tu hijo a aprender inglés.
–> I’d like to read this post in English
Te podría interesar Los niños aprenden más con iPad y Smartphones ¡Contraorden!,