La silla de la calma… para la teacher

Existen varias teorías sobre cómo mantener el orden y la disciplina en una clase de más de 1 alumno/niño. Una herramienta bastante conocida  es el tiempo fuera que al día de hoy genera muchos debates entre padres y maestros.

Silladelacalma

El tiempo fuera es una herramienta de disciplina conductista (los perros de Pavlov y las palomas de Skinner, para que nos entendamos), que consiste en aislar al niño que se porta mal y dejarle unos minutos para que, supuestamente, piense y reflexione sobre lo que ha hecho ‘mal’. En el aula el tiempo fuera puede traducirse con el uso de una silla (de pensar) colocada en un rincón aislado mientras que en casa puede coincidir con la opción de dejar al niño solo en su cuarto durante cierto tiempo.

Las personas que están en contra de esta medida aportan motivaciones muy a tener en cuenta, a mi parecer, ya que afirman que este tipo de solución comunica al niño algo así como ‘cada vez que te equivocas, serás rechazado y tendrás que enfrentarte tú solito a tus emociones’.

Ahora bien, cuando solamente tienes a 1 niño o 2, quizás valga la pena buscar alternativas más sensibles y constructivas para solucionar problemas de conducta, pero está claro que en una clase de mínimo 25 alumnos, tener aunque solamente a 1 niño que no se porte adecuadamente puede generar un sinfín de problemas difíciles de manejar, especialmente cuando tienes la programación que cumplir y el tiempo muy justito. Tener que elegir entre dar una clase o atender adecuadamente a las tormentas emocionales de tus alumnos es una situación nada deseable y muchas veces se tiende a optar por la solución más rápida y eficaz en términos de tiempo y esfuerzo.

Ahora bien, toda esta reflexión para en realidad contaros que llevaba un mes difícil a causa de problemas de disciplina en mis clases de 5 años, y, ojo al dato, solo tengo 7 alumnos. Así que el otro día, después de semanas de reflexiones e intentos para solucionar la situación, reluctante, comuniqué a la directora que me iba a bajar a la clase una silla: la silla de pensar ¡¡¡horror!!!! Pero ella, muy montessoriana, me dijo “¡Ah, la silla de la calma!” y yo, que ya llevaba bastante estrés acumulado, le contesté bromeando “Sí, la silla de la calma ¡para la profe!”

Y ahí fue cuando se me ocurrió la idea y quise probar algo diferente. Decidí que efectivamente no iba a obligar a ningún niño a sentarse en la dichosa silla, más bien me iba a sentar yo. Cada vez que hubiese notado un comportamiento no adecuado prolongarse más tiempo de lo necesario (no estoy en contra de la libre expresión corporal, todo lo contrario, pero el problema es que solo tengo una hora y quiero aprovecharla), me iba a sentar allí e iba a contar en alto hasta 3: al 3 todo el mundo tenía que quedarse ‘quiet and still‘, pena la perdida de puntos y, por ende, de la pegatina que les suelo dejar elegir a final de cada clase.

Les expliqué todo al principio de la lección, enseñándoles también el cartel con sus nombres y los puntos bien visible colgado muy cerca de la silla, y finalmente lo ensayamos.

Estoy bastante segura de que se lo tomaron como un juego más (el de las estatuas musicales) y fue muchísimo más simple mantener el control de la clase, sin estrés. Es más, tengo la impresión de que salimos todos ganando, porque por un lado me ahorré mucha energía, y por el otro  los niños, aunque tuvieron ocasión de saltar y correr (ser niños, a final de cuentas), no fueron regañados ni castigados en ningún momento por eso, ya que al 3 enseguida estaban todos sentados  a mi alrededor listos para escuchar las instrucciones de la siguiente actividad. Al hacerles ver claramente las consecuencias de sus acciones mediante el cartel con los puntos y sus nombres, en seguida volvían a incorporarse y a portarse bien.

Fue una clase muy provechosa y divertida para todos, en todo momento y, sobretodo no fue muy elaborado preparar el material necesario  – me daba mucha pereza la idea de preparar un carnet de puntos para cada uno, la verdad  – ya que el cartel es una hoja A4 plastificada donde se puede escribir y borrar nombres y puntos con rotuladores para pizarra blanca. Y para terminar ¡momento maruja! el mejor borrador para este tipo de ‘pizarra portátil’,  es el borrador mágico de Mercadona (!!!!!)

¡Qué paséis una feliz y relajante Semana Santa!

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