“Cada vez que oigáis Inteligencia Emocional, chupito” escribe Maestra de pueblo en su página FB. Hace gracia porque cuando estudias los artículos científicos que se han escrito sobre el tema y lees cómo se lleva la teoría a la práctica del aula en los colegios que presumen trabajarla me surge la duda de si los seres humanos no estaríamos destinados a la infelicidad y a la frustración para siempre.
Hasta hace muy poco se consideraba el alumno como un receptor pasivo del conocimiento que se le transmitía en el aula o en casa. El profesor vomitaba nociones y el alumno las intentaba retener para volver a vomitarlas en un control periódico y así hasta la casilla de salida.
Sin embargo sabemos desde los años ’60 del siglo pasado que todo lo que hacemos, pensamos, imaginamos o recordamos, es posible porque las partes racional y emocional del cerebro trabajan conjuntamente, mostrando una dependencia una de la otra. Por esta razón las emociones, tanto de los niños como de sus profesores, deben de ser tomadas en cuenta en el acto pedagógico.
Cuando oímos decir que ‘no hay aprendizaje sin emoción’ se refieren a eso mismo, y está científicamente y ampliamente comprobado, otra cosa que se haya ignorado por practicidad. Como afirma Cesar Bona “Cada niño es un universo. Todos los niños son extraordinarios y no basta con llenarles la cabeza de datos, sino que hay que facilitarles herramientas como conocimiento, empatía, sensibilidad y resiliencia para que puedan salir fortalecidos de las situaciones adversas…”
¿Qué es la inteligencia emocional? Para Goleman, la inteligencia emocional implica cinco capacidades básicas: descubrir las emociones y sentimientos propios, reconocerlos, manejarlos, crear una motivación propia y gestionar las relaciones personales.
La educación emocional, por ende, está enlazada a la inteligencia emocional ya que para que una persona sea emocionalmente inteligente y resolutiva, es preciso que haya recibido una educación emocional. Y aunque parezca increíble, tiene mucho a que ver con el aprendizaje. De hecho, actualmente siempre que hablamos de aprendizaje, sobrentendemos aprendizaje significativo, es decir un aprendizaje útil, que tenga sentido para el alumno, que sea tan interesante como para querer aprender cada día más. Pero si os fijáis en los tres círculo del gráfico, hay un aspecto fundamental que no tiene nada que ver con las nociones y los conocimientos previos, y es la disponibilidad del alumno, es decir su motivación, la cual depende de su autoconcepto y de su autoestima. Un alumno que sabe reconocer y aceptar sus emociones podrá aprender a decidir qué conducta es la más apropiada a ser manejada según las circunstancias, de manera tal que las mismas contribuyan a una interacción social y personal constructiva positiva, capaz de contribuir a la elevación de su calidad de vida. En la practica, la tercera parte de las probabilidades de éxito o de fracaso de un estudiante depende de sus emociones.
Actualmente la educación emocional en el aula de infantil y primaria se imparte a los alumnos como si fuera una asignatura más: en la mayoría de los casos se hace trabajar a los niños para que puedan reconocer y nombrar sus emociones con fichas, actividades, juegos, cuentos, roleplay, dibujos, etc.” Todo muy interesante, todo muy bonito y seguramente por una parte muy útil.
¿Pero el maestro, qué? Lo repetimos las emociones, tanto de los niños como de sus profesores, deben de ser tomadas en cuenta en el acto pedagógico. Eso implica la totalidad de las horas pasadas en el colegio y no solamente el tiempo dedicado a la clase o al taller de inteligencia emocional.
Me pregunto ¿tiene sentido hablar de educación emocional en el aula cuando lo primero que nos aconsejan si un alumno se porta mal durante una clase es sentarlo en la silla de pensar, castigarlo o más bien ignorarlo?
¿Qué mensaje les transmitimos? Muy bonita la historia del Monstruo de los colores, pero ahora mismo, sientas lo que sientas, es el momento equivocado, así que o te quedas quieto o te aparto/castigo, porque tenemos fichas que hacer y un programa que seguir sin perder el tiempo.
Nos conformamos con el hecho de que en el fondo qué importa si de 28/30 alumnos, 4 o 5 no manejan bien sus emociones, al fin y al cabo aprenderán a controlarse por las bravas o se pasarán el resto de su trayectoria escolar siendo castigados, víctimas de las burlas de los compañeros, desmotivados y deseando salir pitando de la escuela. Una avalancha generada por una pequeña bola de nieve que día tras día coge velocidad y masa para arrojarnos con el segundo puesto en fracaso escolar entre todos los países de la Unión Europea.
Os doy una buena noticia: podemos sacar mucho provecho del efecto bola de nieve. Si invertimos esos 3-4 minutos en hablar con nuestros alumnos y preguntarles cómo se sienten y cómo creen que podrían sentirse mejor (a veces no hay que hacer nada más que eso), dejarles que se aclaren con un compañero que les han dado un disgusto sin querer, o simplemente sentarles cerca de nosotros, en vez de seguir con la clase, quizás al principio del año nos ralentizará un poco, pero a medida que se vayan sintiendo a gusto en clase, dejarán de expresar malestar y nos habremos ganado su confianza de una forma tan abrumadora que se convertirán en nuestros alumnos más atentos y participativos.
En fin como concluyen es este artículo científico sobre el tema:
“La cognición y la emoción constituyen un todo dialéctico, de manera tal que la modificación de uno irremediablemente influye en el otro y en el todo del que forman parte. Por ello en el aula muchas veces el aprender depende más de la emoción que de la razón con que se trabajan los objetivos del aprendizaje, y se actúa sobre los mismos. Todo esto nos conduce a señalar que si se gana el corazón del alumno o de la alumna, el aprendizaje está prácticamente asegurado.“
Unos libros que nos pueden servir
de Catherine L’Ecuyer, investigadora canadiense especializada en educación “Educar en el asombro” y “Educar en la realidad”, en los que L’Ecuyer sostiene que “Es importante que nuestros hijos tengan una educación basada en las evidencias, no en modas ni ocurrencias”, un escenario en el que la figura del maestro es clave en el éxito del sistema educativo: “Los maestros encienden la curiosidad con pasión, afecto, intuición y sensibilidad. No hay dispositivo electrónico que iguale eso” ha expuesto.
de Alvaro Bilbao El cerebro del niño explicado a los padres
Un valioso manual práctico que destierra mitos y sintetiza de una manera clara los conocimientos que nos ofrecer la neurociencia para que todos los padres puedan ayudar a sus hijos a desarrollar su potencial intelectual y alcanzar el máximo bienestar emocional.
de Maria Montessori Dirigido especialmente a niños en la etapa preescolar, se basaba en el fomento de la iniciativa y capacidad de respuesta del niño a través del uso de un material didáctico especialmente diseñado. El método proponía una gran diversificación del trabajo y la máxima libertad posible, de modo que el niño aprendiera en gran medida por sí mismo y al ritmo de sus propios descubrimientos.
Ideas generales sobre el método
El cerebro del niño
El método Montessori en la Educación Infantil
de Cesar Bona
La Nueva Educación
La Emoción de Aprender
Las Escuelas que Cambian el Mundo
de Tania García Educar sin Perder los Nervios Criar a los niños y niñas desde el respeto a su forma de ser y sus necesidades, con empatía y sentido común, ayudará a nuestros hijos a convertirse en adultos emocionalmente sanos.
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¿Tienes una clase complicada, muchos de tus alumnos se distraen y sus resultados académicos no reflejan todo el esfuerzo que pones en preparar y dar las clases? ¿La situción te frustra y te gustaría que tus alumnos aprendieran más disfrutando del proceso? A mí me pasó algo parecido en la prácticas de magisterio de Primaria y en mi último libro, Pigmalión en el aula: una experiencia real, basado en mi Trabajo de Fin de Grado y en mis prácticas en un CEIP de Usera, te cuente cómo conseguimos dar la vuelta al la tortilla y conseguir un éxito rotundo! ¡No te lo pierdas! Disponible en formato digital y en papel en Amazon, en todos los países, y en las mayores plataformas de venta de libros electrónicos.
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